miércoles, 31 de octubre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
De la amistad como modo de vida. Entrevista a Michel Foucault.
El 25 de junio de 1984, el gran filósofo francés Michel Foucault muere por las
complicaciones derivadas del sida. Sus incisivas críticas a los sistemas de pensamiento y a las estructuras de poder, y su revisión radical de la historia de los saberes, a partir de la reflexión sobre el nacimiento de la locura, del encierro y de la sexualidad, revolucionaron el pensamiento filosófico. La homosexualidad y la cuestión gay fueron unos de los temas recurrentes en sus escritos y declaraciones. A manera de homenaje, reproducimos esta entrevista publicada por la revista Gai Pied en 1981. En ella, el lúcido pensador analiza el potencial creativo y perturbador de la condición homosexual como un modo de vida por inventarse y no sólo como una identidad impuesta en la espiral del deseo.
- De la amistad como modo de vida. Entrevista con Michel Foucault. (Por René de Ceccaty, J. Danet y J. Le Bitoux/Letra S)
(para leer la entrevista, clic en la imágen)
domingo, 28 de octubre de 2012
EDUCACION EN LA DIVERSIDAD PARA CRECER EN IGUALDAD
Educación y sexualidades: visita guiada
Desde el año pasado se reparten en todos los colegios del país los Cuadernillos Educación Sexual Integral para docentes y la revista Para Charlar en Familia, guías de orientación para instalar en las aulas, entre otros temas, el respeto a las diversidades sexuales y la prevención de las enfermedades, enfrentándose así a los sectores más reaccionarios del catolicismo.
Por Adrián Melo
Cuando en diversos ámbitos de capacitación se les pide a los docentes de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires que refieran alguna experiencia de educación sexual que hayan recibido en la escuela durante su juventud hay un recuerdo prevalente. A los trece o catorce años, un médico del barrio u otro profesional, auspiciado generalmente por Johnson & Johnson, iba a las escuelas a dar “una charla”, en rigor dos charlas que se desarrollaban separadamente, una para los chicos y otra para las chicas. A partir de dos gráficos insípidos del aparato reproductor masculino y del aparato reproductor femenino se explicaba científicamente cómo funcionaban ambos. Si el personal que venía era lo suficientemente progresista, se mostraban a los estudiantes los dos aparatos genitales; si no, solamente el del propio sexo. Seguía un video igualmente aburrido que explicaba cambios corporales en la adolescencia: la voz, el vello, el crecimiento de los genitales, etc. A veces, la profesora de biología mostraba fotos tétricas relacionadas con enfermedades de transmisión sexual. Esa fue la experiencia en educación sexual escolar para varias generaciones en Argentina.
Es en contra de este paradigma biologicista que se vienen desarrollando las políticas educativas nacionales desde la promulgación de la ley 26150 de Educación Sexual Integral (2006), sobre todo a partir de la aprobación de contenidos y lineamientos curriculares sobre la temática acordados en el Ministerio de Educación de la Nación por la mayoría de las provincias en pacto federal (2009). Según la ley, la educación sexual integral abarca aspectos biológicos, sociales, psicológicos, económicos éticos, afectivos e históricos. Por eso, aquello que llamamos sexualidad excede ampliamente las nociones de “genitalidad” y de “relación sexual”.
Con esta perspectiva, la educación sexual integral no puede reducirse a una charla o a ciertos contenidos que deben brindarse en la pubertad, sino que es un proceso de enseñanza y de aprendizaje desde el jardín de infantes hasta el final de la escuela secundaria, y no solamente en una o en una serie de materias, sino de manera transversal en todas las materias.
Cuerpo a la ley
A este fin apuntan los materiales escolares producidos por el Programa Nacional de Educación Sexual Integral del Ministerio de la Nación –serie de Cuadernillos ESI– con contenidos para los tres niveles, así como la revista para familias y las capacitaciones que empezaron a desarrollarse este año. En cada cuadernillo se parte del reconocimiento del docente como ser sexuado y atravesado por la sexualidad. Por ello, la puerta de entrada a los cuadernos es la pregunta acerca de qué les pasa a los docentes con la educación sexual. La segunda puerta de entrada analiza críticamente las maneras en que se distribuyen los roles y las tareas entre chicos y chicas, las normas de convivencia a veces adecuadas según el género, las formas de agrupamiento en las aulas, el color de los delantales o las normas diferenciadas que rigen para varones y mujeres con respecto a la vestimenta, el peinado o los comportamientos esperables que toman forma en expresiones tales como: “Ese no es juego para nenes”; “Así no se comporta una señorita”; “Los hombres no lloran”. Uno de los temores más frecuentes de los docentes es la posibilidad de queja de las familias más conservadoras o más religiosas. Sin embargo, desde que la ESI es ley, no es necesario como antaño contar con la aprobación de las familias o pedir el aval mediante una nota. Si los postulados de la ESI entran en contradicción con creencias de las familias, debe primar y reconocerse el derecho de las y los estudiantes al acceso al conocimiento científico que permita, entre otras cuestiones relevantes, prevenir los abusos sexuales, los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual.
Historias mínimas
“Dorotea y Miguel son muy buenos amigos... casi todo el tiempo. Un día leyeron un libro que se llamaba El caballero y la princesa.
–Juguemos –dijo Miguel–. Yo seré el caballero y tú, la princesa.
–¡Sí –exclamó Dorotea.
–Te salvaré de los malos, ¿de acuerdo? –dijo Miguel.
–¡Pues no me parece! ¿Qué hay de malo en que la princesa salve al caballero?”
A partir de una historia sencilla para lxs niñxs, pueden abordarse tópicos y contenidos referidos a situaciones que suelen otorgar cualidades diferenciadas a varones y mujeres asociadas a prejuicios de género e incluso reproducir, a pequeña escala, valores que refuerzan el paradigma de la dominación masculina.
De manera análoga, son sugeridas canciones tales como “Me miro en el espejo / me quiero conocer, /saber qué cara tengo, / y de qué color la piel. (...) Me quiero como soy, / qué importa si soy flaco, / o petiso y panzón. / Así soy yo / mucho gusto en conocerme / y encantado de quién soy”, del recientemente fallecido Hugo Midón.
El hincapié de la Educación Sexual en el jardín de infantes está puesto en el conocimiento del cuerpo, de los nombres científicos de las partes del cuerpo, de la necesidad de reconocer que el cuerpo tiene partes íntimas que no deben ser violentadas. Asimismo, se tiene particularmente en cuenta la cuestión de la higiene, del respeto a la privacidad, del cuidado del cuerpo propio y el ajeno y de los derechos y las obligaciones.
Ciencias del placer
La enseñanza y el aprendizaje de la ESI puede realizarse en todas las materias en tanto comprende la expresión y valoración de los sentimientos y los pensamientos, las distintas maneras de concebir el amor y la sexualidad a lo largo de la historia, las luchas sociales de las diversidades sexuales o de las mujeres contra los estereotipos de género, el derecho al placer y a la salud sexual.
En materias de ciencias sociales, los contenidos pueden expresarse en biografías o historias de vida como los romances de Mariquita Sánchez de Thompson, cuya trayectoria vital permite reflexionar sobre las maneras de amar en otras épocas o sobre diferentes formas de concebir el matrimonio. En Arte, a través del análisis de ciertas pinturas se puede dar cuenta de las maneras en que se repartían los roles de hombres y mujeres en diferentes momentos históricos. Filosofía puede ser un campo propicio para reflexionar sobre el modo en que diferentes filósofos pensaron la amistad. En Literatura a partir del abordaje de textos clásicos: Satiricón de Petronio, el Decamerón de Bocaccio o Noche de reyes, Sueño de una noche de verano o Trabajos de amor perdidos de Shakespeare, donde pueden indagarse modos de vivir el erotismo diferentes de los establecidos. A través de poemas como los de Sor Juana Inés de la Cruz o de Alfonsina Storni que expresan por primera vez el deseo femenino, pueden verse maneras de lucha que encontraron las mujeres a partir de la literatura.
Hay una dimensión que parece recuperarse en el paradigma que se quiere instalar y es la del placer. Y no solamente el placer físico sino las múltiples sensaciones placenteras que en las escuelas se expresan a través del acto de amor de enseñar y aprender.
Nota Suplemento SOY - Viernes 26 de Octubre 2012
Nota Suplemento SOY - Viernes 26 de Octubre 2012
viernes, 26 de octubre de 2012
miércoles, 24 de octubre de 2012
Que se cuide la muerte
Si algo se le debe al canto de volcán de Chavela Vargas es esa maestría en sacar dicha de la desdicha. Con ella lo que se implora, se goza o se agradece. Para aquellos que dejamos sepulto bajo las astucias de la razón un viejo amor no correspondido, sus canciones de desgarro lo desentierran.
Por Alejandro Modarelli
Las penas nunca están muertas sino que duermen y bien valen una catarsis inducida, porque uno necesita desahogarse aunque no recuerde con precisión ya de qué. Con todos los dolores individuales —única fuente inagotable en la vida de los perdedores, que de alguna manera terminamos siéndolo todos—, Chavela cocinó un caldo universal de alta interpretación donde cada uno encuentra un sitio de intimidad (confesión de madrugada, decía Monsiváis) donde finalmente enjugar las lágrimas.
Cuando huyó de Costa Rica a México tenía apenas diecisiete años, era pobre, masculina y pasional, se la había pasado desde niña recogiendo 6 mil naranjas diarias, olvidada por la familia y con la idea de triunfar cantando. Se le reconoció el talento después de mucho asombrar a audiencias de paso, y eso gracias a que el gran José Alfredo Jiménez la oyó cantar en la calle y se hizo su impulsor artístico y su cómplice de múltiples serenatas —de borracho a borracho uno se entiende y cada tanto estrella el auto–. Porque entonces un hombre no era hombre sino de muchos amores bien publicitados, así como Chavela lo era de señoras que imitaban la amplitud sexual y matrimonial de Frida Kalho. Cuando cigarro en boca y copa en mano sedujo a la hermana de Jiménez, él sólo se limitó a decirle algo así como “se lleva usted a la cama a una joyita”.
Nacida en abril de 1919, Isabel Vargas Lozano se rebautizó Chavela en el destierro —nada de Chabelita ni de Isabel: “Chavela con v, sólo para joder”. La leyenda que dejó crecer, después de haberla sabido cultivar como al descuido, la retrataba como un macho bravío a caballo en las calles de México DF, pegando tiros como Pancho Villa de puro pesada y a cuenta de los miles de litros de tequila que exprimía de los antros chilangos donde se convirtió, después de los treinta, en figura de culto. Cuando ya de vieja se le preguntaba por esas andanzas, se reía como si el mito no le perteneciera del todo (“¿montando a pelo en el DF... quién puede creerlo? Y sobre las armas, nunca maté a nadie, aunque por ahí borracha solté unos tiros. Nos divertíamos mucho”). Aseguró en Colombia en el año 2000 que era lesbiana desde que se reconoció en un espejo —era la primera vez que hablaba en un medio del tema— y que jamás tuvo la oportunidad de entrar ni de salir de ningún closet porque siempre supo vivir como le dio la gana, en una época en que —como decía Monsiváis— a nadie sabía darle la gana. De su lesbianismo no hizo militancia porque no eran los tiempos, pero en cambio abundó en la práctica sin mucho escondite, y ese desprecio por las convenciones sobre el sexo y el género, más que alzar banderas comunitarias, era como quebrar lanzas en la soledad más radical.
La única vez que tuvo que meterse en un vestido fue para dulcificar su presencia en la escena, pero le amargaron la actuación; cuando la subieron a unos tacos, se cayó, y desde entonces no hubo más que zapatos chatos, calzón de manta y el célebre poncho rojo, y a quien no le gustase, pues que se jodiera. Fue su sello ese atuendo, como ese gesto de llevarse las manos al pubis cuando cantaba “ponme la mano aquí, Macorina”, en el que el público veía una caricia un poco obscena, pero que en realidad evocaba la súplica de un héroe de la independencia cubana a su amante mestiza para que le cubriese una herida de bala. Y hablando de Cuba, a Chavela la enojaba el devenir de la revolución de Fidel Castro, de quien había sido vecina en el DF y uno no sabe si creerle cuando aseguraba que lo vio arreando prostitutas como un cafiolo.
Aquello de que se la pasaba de levante en sus propios recitales (cuando le gustaba una señora, decían, se le ponía a cantar como si estuviese con ella a solas en una alcoba, y sin que le importase un culo que el marido estuviese sentado al lado) es algo de lo que no se acordaba ya a los noventa y tres pero, como siempre, podía echarle la culpa al tequila. Abandonó al alcohol como al más loco de los amores, en los setenta, cuando se dio cuenta de que la abandonaba el cuerpo como ya la había abandonado la voz, y su empleada Marta tuvo que anunciar a los compinches que pasaban a buscarla por la casa la mala nueva de que “la señora ya no bebe” (“hemos sufrido una pérdida irreparable”, respondieron).
Pero se había divertido mucho desde que encontró un sitio en la bohemia mexicana, y quién le iba a quitar cuando decayesen los frutos cosechados en las borracheras, que se cotizaron enseguida en el banco de las audacias. Frida Kalho y Diego Rivera se la llevaron a vivir un año con ellos en su casa colorida del barrio de Coyoacán, donde una tarde le abrió la puerta a Trotsky, “un viejo barbudo que yo ni sabía quién era”. Lo que ocurrió y vio ese año que pasó ahí, juraba Chavela, nunca lo iba a develar del todo, aunque el contenido de una carta de Frida a otra dama, que se divulgó no hace mucho, nos proporciona unos indicios sin sutilezas: “Me desnudaría frente a ella (Chavela) sin ningún problema, para un buen acostón”. La Vargas la amó, y si el vínculo superó los meros acostones habrá sido por los efectos aéreos de un cierto misticismo del sufrimiento que las dos, parece, compartían.
Si la conquista de Frida estilizó su mito en la bohemia, lo llevó en cambio a las revistas no escritas del corazón en el casamiento de Liz Taylor con Mike Todd en Acapulco, donde pudo sumar al catálogo de los rumores sabiamente administrados una noche de alcoba con Ava Gardner: “Me contrataron para cantar, y amanecí en la cama con la Gardner después de una borrachera”. Pero claro, cuando uno se despierta, los efectos del tequila sólo permiten acreditar el escenario pero no los hechos, y todo se deja librado a la prueba de lo que no precisa ya ser probado. En la mesa de Mirtha Legrand recurrió de nuevo a esos espacios suspensivos de la picardía, seguro que para molestar un poco, cuando contó que con la griega Melina Mercouri pasaron una noche de playa en El Pireo, las dos en pedo y que... bueno, en fin, “la pasaron requetebien”. “¿Con Melina Mercouri?”, se asombró La Dueña sin que la invitada hubiese confirmado nada. “¡Pero quién lo hubiera pensado!”
AHORA ME APACHAN LOS SNOBS, PORQUE LES PAREZCO UN ANIMAL EXTRAÑO
A principios de los años ’90, y después de haber desaparecido mucho de la escena por el desmadre alcohólico y la recuperación, regresó cuando pocos la recordaban. La recibió el cabaret El Hábito en Coyoacán, que en ese entonces manejaban Liliana Felipe y su mujer Jesusa Rodríguez. Un empresario español la redescubrió y la llevó a cantar a El Caracol en Madrid, y desde entonces Almodóvar y Sabina —y a través de ellos toda España— la adoptaron como una madre o como una esposa que reinó una vez en el Boulevard de los sueños rotos, una calle de tierra.
La historia desde ese momento se vuelve más conocida, a fuerza de reciente, y el espacio acá me queda corto: Chavela llegó al Olympia de París, al Carnegie Hall, al Palacio de las Bellas Artes del DF (quién lo hubiera imaginado en su mocedad) y se despidió de Buenos Aires en el Luna Park. Se hizo amiga de algunas aristócratas como Isabel Preysler (“la adoro, pero bueno, para ellos debo ser un animal extraño. Dirán ‘ahí viene la leyenda negra’. Soy del pueblo, pero me gusta que me arropen”). Y justo fue Aznar quien la condecoró con la Cruz de Isabel la Católica, ay Dios.
En los últimos meses quiso cerrar su vida, ya confinada a la silla de ruedas y casi ciega (“pago por los errores que volvería a cometer”), con un homenaje a Federico García Lorca. Ya no canta sino dice esos versos que, chamana ella (decía tener poder de curación), convino en las largas conversaciones mantenidas con el espíritu del poeta que, bajo la forma de un pájaro amarillo, la visitaba en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Que la lleve el río, y que la muerte con ella tenga mucho cuidado.
martes, 23 de octubre de 2012
6to Encuentro de Encontrarse en la Diversidad – "Todo lo distinto que tenemos en común"
Los edificios y callejones de la ex ESMA se poblaron de jóvenes de escuelas públicas y privadas de la ciudad que participaron hoy de la sexta edición de “Encontrarse en la diversidad”, una actividad que “nació en 2007 con el propósito de favorecer la construcción de una sociedad en la cual la diversidad de sus integrantes sea entendida como un valor que la enriquece y la potencia”, tal como cuentan sus organizadores.
De la apertura del encuentro participaron el director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami; el director del Instituto Espacio para la Memoria (IEM), Eduardo Tavani; y el titular del INADI, Pedro Mouratian.
Bajo el lema “Todo lo distinto que tenemos en común”, el encuentro incluyó talleres de teatro, improvisación, deportes, medios, música, arte, filosofía, cine y derechos humanos, entre otras propuestas que buscaron abordar el tema de la diversidad.
“Si hubo algo en nuestro país que simbolizó la falta de respeto a la diversidad, eso fue la dictadura. Había una permanente discriminación hacia todos los que se creía que no pertenecían a un mismo modelo”, indicó Jozami, quien dio la bienvenida a los jóvenes que participaron de la actividad. Y señaló: “Estamos en un momento de expansión de derechos en la Argentina. Hacer memoria sobre lo que pasó en aquellos años es parte de un compromiso y una garantía para no volver a transitar ese horror”.
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lunes, 22 de octubre de 2012
Diana Bellesi: mujer, poeta y lesbiana
[…]
no los mares
el árbol no
tampoco la concreta vibración de una llama
ven amor
apoya tu cuerpo en el aire
"El jardín secreto" - Documental sobre la poeta Diana Bellesi
Dirigido por Cristián Costantini, Diego Panich y Claudia Prado.
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