miércoles, 14 de noviembre de 2012

Escritos desde la Colectiva / Visibilidad Lesbiana



“Todo bien… pero mejor no digas nada”.

Por Florencia Magnaterra

Muchas veces, en el tiempo que hace que vengo haciendo mi coming out[1] como lesbiana, diversas personas me han preguntado -después de hacer la sentida y tranquilizadora aclaración de “está todo bien”-: “¿pero para qué andar ventilándolo?, ¿por qué… si es parte de tu intimidad?”. Y mi respuesta ha sido bien contundente: porque lo que no se nombra no existe.
Ser lesbiana no es parte de mi intimidad como no lo es ser heterosexual. Todo lo visible, todo lo construido en torno a y lo que gira alrededor de la heterosexualidad, -léase matrimonio, luna de miel, salidas de parejas, hijas/os, escuela, mamás de las/os amiguitas/os de mis hija/os, reuniones con la maestra, cumpleaños; prácticas, rituales sociales por donde la heterosexualidad circula implícitamente, como un dato constitutivo y presupuesto- toda esa visibilidad de que goza “espontáneamente” la heterosexualidad podemos pensarla como sustraída a la visibilidad de la existencia lesbiana[2].
Ser heterosexual no es un dato de la intimidad porque todo el mundo supone a todo el mundo como heterosexual. La heterosexualidad está naturalizada, abrumadoramente naturalizada… por eso no se explicita. Pero respiramos heterosexualidad, vivimos permanentemente en una atmósfera heterosexual.  
¿No es razonable pensar, entonces, que para nosotras las lesbianas no esté todo tan bien con ese silencio, con ese “¿para qué?... mejor no digas nada”. ¿No es sencillo entender que algo hemos perdido -y seguimos perdiendo- en ese silencio, en ese estar calladas, guardadas, retaceadas? ¿Y acaso el mundo no se está perdiendo también algo de nosotras?

Visibilidad es para nosotras sinónimo de existencia; si no somos visibles no existimos porque la sociedad y cultura hegemónicas intentan mantenernos ocultas, silenciadas, negadas. La invisibilización, la falta de reconocimiento de nuestra existencia lesbiana es el gran armario en el que se nos coloca permanentemente. La LESBIANBANDA es una herramienta para responder y desarmar la violencia de este gran armario y es la manera que encontramos de llegar a otras lesbianas, de que otras lesbianas nos vean y nos escuchen así como nos presentamos, con colores, con tambores e inundadas de música, festejando nuestra existencia lesbiana en la total luminosidad y transparencia de lo público. Orgullosas, dignas, plenas, desandando y sanando las vergüenzas y dolores que acumulamos, plantándonos en el mundo con todo lo que somos y todo lo que tenemos para dar.

La violencia que sufrimos las lesbianas, por rechazo, por omisión, por exclusión, es una violencia en definitiva que la sociedad se imparte a sí misma, como todas las violencias. La opresión que sufrimos las mujeres en esta milenaria cultura patriarcal tan asentada aún, es también una violencia que la sociedad se da a sí misma. Todas las vidas a medias, las postergaciones, toda la creatividad apagada por el miedo y no brindada al mundo es algo de lo cual nos estamos privando todos los seres. Nuestro deseo es construir una sociedad sin violencia, donde todas y todos podamos desarrollar y ofrecer al mundo todo lo que tenemos para dar.




[1] Expresión en inglés que se refiere a “salir”, en el sentido de “salir del armario”, visibilizarse.
[2] No me voy a referir aquí a los varones gays puesto que su experiencia es diferente a la de las lesbianas. La homosexualidad masculina ha gozado y goza de una mayor visibilidad.

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