lunes, 12 de noviembre de 2012

Escritos desde la Colectiva / Que nadie me mida el corazón

Por ariel P.
Un sábado por la mañana en un café céntrico, participando de una reunión de la colectiva, unos minutos antes de ir a clases de danza, una de las chicas hace el comentario sobre  la publicación de un folletín y sugiere que haga un aporte.  Es extraño, porque no recuerdo bien como, o  en que momento comencé a participar abiertamente. Si recuerdo la 2da. marcha del orgullo, la previa en parque Mitre paradójicamente sentados en la base de la estatua a la libertad,  con una lámpara bajo consumo, una tormenta que amenazaba con dejarnos sin festejo, un paño de macondo, unas escarapelas cocidas a mano, una pancarta colorida pregonaba  que nadie mida mi corazón y una minoría decidida a celebrar la diversidad.
 Una lluvia impertinente hico que nos refugiemos en la vieja estación de Colon y Brown, aunque aquello no dejaba de parecerme un juego, los acontecimientos previos y la 3ra. marcha provocaron el click para militar por la diversidad, dejar de ser un anónimo, encontrar a unas tortas amigas en la marcha de baires, la entrevista en la radio, la facultad y la charla y  mates  con la Rubiolo, hicieron darme cuenta que ya era parte de una  de la COLECTIVA, comenzar a tener una idea respecto  a temas nuestros de todos los días, a defender nuestro espacio, aprender  a aceptarse uno mismo, la difícil tarea que es la aceptación de la familia, (que también deben asumirse) a mostrar la otra parte de nuestra sociedad.
De todos modos las leyes de UNIÓN CIVIL, MATRIMONIO IGUALITARIO, E IDENTIDAD DE GENERO,  las redes sociales como facebook hicieron que la vi civilización sea mucho más fácil,  Muchas veces pienso como hicieron  aquellas personas en situaciones de desamparo antes de las leyes, incluso antes de la democracia.  Todavía hay mucho trabajo por hacer, y camino por recorrer, gracias a Dios la sociedad esta madurando lentamente y a paso firme.
Debo admitir que antes de la colectiva no les daba mayor importancia al respeto y la tolerancia.  Pero la vida ha sido generosa conmigo y me regalo a un par de personas (buena gente) con la cual compartimos más que un café. Dialogamos y se trabaja para que la colectiva sea una realidad en Olavarría. Uno aprende todos los días, y lo más importante es que, cuando uno conoce a las personas lo que menos importa es su sexualidad.                                                                                                                    

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